jueves, 24 de julio de 2014

No tienen ni idea

Las palabras me traen muerta una vez más, no hay manera de sacarlas pero sin embargo tengo tantas ganas de hacerlo que me veo obligada a escupir todo de una vez, a parir mis sentimientos en formato de hoja A4, a cagarlos en realidad, porque podría expresarlos mucho mejor. 

No tienen ni idea, no saben ni sabrán jamás lo que es tener a la muerte ahí, cara a cara, a la carte. No saben lo que es acostarte a tu propia suerte sin saber como puedas despertarte al otro día; me encantaría poder explicarles lo que es no saber como será tu mañana, no saber si vas a tener un mañana siquiera. 
Convivir con la muerte es un asunto complicado: hoy te puede tocar a vos, capaz mañana sos vos quien se pone ese disfráz para acabar con la vida de alguien más o quizás todo lo que dije recién no es más que una simple fantasía provocada por el odio que me despiertan muchos de ustedes.
Fantaseo con cortarlos en juliana con mi machete para luego arrancarles vivos las uñas a todos y así poder armar una linda fogatita con olor a pelo quemado, el pelo del que alguna vez ustedes me tomaron, quebrarles todos y cada uno de los dedos a los que me señalaron y a quienes me juzgaron darles con mi mazo en la cabeza para hacerlos entrar en razón a ellos. Fantaseo con guardarlos en el freezer para sacarlos cuando esté aburrida, fantaseo con hacerlos sufrir y que ustedes nisiquiera sepan que está pasando, como hicieron conmigo. Fantaseo, nada más, como una niña dulce e inocente. 


Alicia

domingo, 13 de julio de 2014

Alicia

Corría como desesperada por los pasillos buscando aquella puerta que solo ella podría reconocer. Su pelo rebotaba al compás de sus sucios y descalzos pies.
Alicia sabía que algo la perseguía, nadie más que ella podía verlo y tampoco sabía si realmente lo veía o sólo lo sentía. No se cansaba de mirar hacia atrás como desesperada, pero no por miedo ni para chequear que estuviera lejos; Alicia miraba para saber si estaba en lo cierto o si era su cabeza que, una vez más, le jugaba una mala pasada. No podía parar de correr y tampoco lo quería, pero estaba cansada, cansada de jamás poder encontrar lo que nisiquiera sabía que buscaba y cansada de luchar contra aquella fuerza que la condenaba a vivir corriendo hasta encontrarse. Luego de 15 agotadores minutos, Alicia logra encontrar su puerta y sin dudarlo dos veces golpea el frío metal con todo el peso de su cuerpo. La puerta se abre de forma rápida y con ligeros rechines que denunciaban la falta de mantenimiento. Rapidamente, Alicia se incorpora y queda mirando pasmada la habitación. Ella sabía qué puerta abrir y era consciente que aunque no quisiera, tarde o temprano su alma la llevaría hasta allí. Nunca había estado ahí, pero sin embargo, todo le parecía familiar. No era más que una habitación blanca, en la pared marcas de uñas, las paredes cubiertas de repizas y las repizas tupidas de esferas de vidrio con un gas rosado adentro. Luego de reconocer el entorno, Alicia -entre el miedo, la curiosidad y esa sensación de seguridad que no sabía como describir- se acerca cuidadosamente a agarrar una de esas esferas que tanto le llamaban la atención. Con mucho cuidado, acaricia la primera y ésta le produce una sonrisa instantanea producto de su nervios y el cosquilleo indefinible que le daba en el pecho. Ahora -con menos miedo y más curiosidad- Alicia apoya la esfera sobre una de las eternas repizas y decide agarrar otra de un punto aleatorio del cuarto. Corre hacia su izquierda y agarra una de la séptima repiza (su numero favorito), ésta además de un cosquilleo le produce una sensación indefinible, hermosa: "Es como comer chocolate" dijo, enamorada de todo lo que le pudiera pasar. Y el rockandroll no podía terminar ahí, necesitaba extasiarse con ese gas; alcanzar el estado prometido por la expectativa que su miedo le había creado. Y así es como decide romper la primera, agarró una esfera cualquiera y acto siguiente la aplasta contra el piso... ¿La sensación? Increíble, ese gustito agridulce entre el dolor mutilante y el placer paralizante. Su cabeza comenzaba a hilvanar un millón de conclusiones a las cuales jamás podría haber llegado; en un instante se juntaron todas las historias que jamás contó y las reflexiones que jamás respetó. No había salido de ese estado y su espíritu masoquista ya quería un poco más. Se levantó, con las fuerzas que nunca supo que tenía y corrió a buscar un poquito más, pero lo de 'poquito' quedó solo en sus intenciones y en un impulso incontrolable tira abajo una repiza entera. Para su sorpresa, ésta vez no le generó nada; solo un poquito de calma, lo normal de cuando satisfacemos nuestras adicciones. No podía creerlo, no podía entenderlo ¿Cómo se pudo acostumbrar tan rápido a una sensación tan hermosa? Y así, con esa pregunta estuvo durante horas probando de todo con las esferas para volver a sentir 'algo' chupó, acarició, rompió, pinto e incluso trato de inhalar ese gas. Nada, nada de ello le hacía efecto y entre llantos Alicia logra conciliar el sueño en esa habitación donde la puerta seguía abierta. 
- ¡Alicia! ¡Alicia! - Se escuchaba de fondo con un tono sugerentemente enfermizo - ¿Quién sos? ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? - Preguntó Alicia con su voz que se quebraba del miedo - Te puedo asegurar que éste no es el país de las maravillas, acá estás para escuchar lo que jamás quisiste preguntar - Responde - ¿Quién me va a contar eso? - Pregunta desafiante Alicia quien creyó haber entrado en posición dominante - ¡Tu consciencia! Bienvenida al confesionario de lo inconfesable, al hareem de tus culpas, al purgatorio de tus impulsos reprimidos - Responde Alicia deja un silencio y se toma un instante para pensar su respuesta. Era consciente de que estaba en un sueño, pero era de esos en los que sentís que jamás te vas a despertar. Estaba presa de la curiosidad de su cabeza y de la incógnita rimbombeante de "¿Qué habrá más allá?". - Alicia ¿No pensás dejarme hacer un monólogo o sí? Te aseguro que no queres escucharme - Dijo ahora "eso" que cada vez se hacía más obvio. - No se que puedas decirme, no se que puedas querer contarme. Pero no me importa - Alicia increpó. - A todos nos importa lo desconocido Alicia - Refutó - Bueno, está bien. Disparame con lo mejor que tengas - Respondió Alicia que se había resignado a dejar su miedo atrás - ¡Bam! Soy tu consciencia y todo esto es producto de una depresión que jamás quisiste asumir, te viene persiguiendo hace años y vos lo único que haces es refugiarte en recuerdos, drogándote con el conformismo y volviendote adicta a la melancolía, lo único que supiste hacer es darle más fuerza a esta situación ¿Las esferas? Es como vos idealizas tus recuerdos, los proteges en algo tan vulnerable como una esfera de vidrio porque vos también sos vulnerable y necesitas acceder a ellos facilmente. Abusaste de las esferas y ésto es lo que pasó; quizás no recuerdes nada pero las uñas en la pared de esa habitación son tuyas, dejaste de generar recuerdos hace mucho. Tu cuerpo no, pero tu alma murió y paga lo que ella cree haber hecho mal en éste lugar- Respondió eso - ¿Y ahora? ¿Dónde estoy? - Alicia retoma la conversación intrigada - Mi nombre es Belcebú por si te interesa saberlo - Respondió quien ahora sí tiene nombre - Hice otras preguntas - Alicia hace una pausa - Belcebú como el demonio cristiano? - Pregunta Alicia ahora con un tono más de entusiasta - ¡No! Belcebú como las historias de demonios y heroes que te inventaba tu papá antes de dormir ¿Recordás que siempre lo nombraba en alguna parte de la historia? ¡Gracias! Por lo menos tu subconsciente me dió un nombre que me gusta. Ahora, volviendo a lo nuestro ¿Querés volver a la vida? - Preguntó Belcebú con rabia y empatía en su voz Antes de que Alicia llegara siquiera a escuchar el final de la pregunta de aquel demonio siente que algo la toma de la nuca con muchísima fuerza y se la lleva muy lejos de Belcebú, tan lejos y tan rápido que no pudo ni pedir ayuda. Alcanzó a ver que tenía alas muy grandes y puntiagudas, como una gárgola; pero no sentía que fuera malo, no se sentía amenazada en lo absoluto. - ¿Quién sos? ¿A dónde me llevas? - Pregunta Alicia cual niña inocente esperando su respuesta Acto seguido ésta especie de gárgola la suelta en el medio de un bosque y se va volando. Alicia comienza a correr como desquiciada, ahora ya no siente que algo la persiga, siente que por primera vez en su vida persigue algo. No le importaba tener que hacer algo -sea lo que sea- para alcanzar eso que perseguía y ni ella conocía. Habrán pasado horas, segundos, minutos; no sabemos bien, ni Alicia lo sabe como para siquiera contarnos. Hasta que toda esa fuerza la aplasta de frente contra un árbol. - ¿Ves? Por eso muchos preferímos pensar - Le dijo un buho que posaba justo en el árbol donde Alicia había reposado su cara - ¿Y ahora? ¿Vos quién sos? ¡Dejame adivinar! Otra parte de mi que creía conocer y que solo viene a revolverme conceptos, dejarme con dolor de cabeza y se va ¿No? - Dijo Alicia, superada por toda la situación - No, yo solo un buho que estaba esperando pacientemente tu llegada - Le dice el buho marcando una incógnita - ¿Para qué? ¿Qué queres decirme? - Increpó Alicia - No creo que haga falta decirte nada, venías corriendo cual animal y no viste este árbol. Los impulsos deben moderarse y lo instintivo debería quedar quieto ¿Nunca viste morir un animal? Capaz que sí, todos lo hemos visto; hemos visto más muertes animales que humanas ¿A qué crees que se deba? - Parece que el buho por fin tenía un punto - Sí, obvio que vi animales morir. Es porque los humanos somos unos seres despiad...- Alicia es interrumpida - ¡NO! Es porque los animales actúan por instinto, no piensan, no razonan y así mueren. Alicia estás acá por un exceso y este viaje conceptual por los oscuros pasillos de tu mente son pura y exclusivamente para hacerte pensar. Nadie quiso que vos estuvieras acá, vos te trajiste solita. Lo mío es pensar, no aconsejar; así que ¿Tenés alguna pregunta? - el buho imponía cada vez más seguridad en sus palabras - ¿Cómo es que todo acá tiene una forma y un discurso? ¿Cómo sabías que iba a estar acá? - Preguntó Alicia - Es tu mente Alicia, vos nos das las formas y las palabras. Todo lo que decimos es inventiva tuya ¿Te olvidaste dónde estamos? [el buho hace una pausa] ¿Por qué estás acá? Todos estos árboles ¿No creeras que ésto son solo árboles no? ¡Son problemas! Los impulsos nos sirven para eso, para esquivar problemas. Es como correr entre ellos, algunos los dejas atrás y otros te los volves a cruzar, pero siempre habrá uno que no se pueda superar a base de impulsos ni áctos instintivos. Ese problema es donde estoy parado, sabía que ibas a chocar contra él tarde o temprano, era cuestión de tiempo y eso, eso acá no existe. - El buho remató Detrás del árbol aparece la gárgola -o eso que Alicia llamaba gárgola- junto con un conejo blanco, el conejo blanco más hermoso que vió en su vida. El conejo ni bien se hizo presente corrió a Alicia y se acostó a sus pies. Alicia -por más de odiar los conejos blancos- lo subió a sus brazos sin pensarlo. - Alicia, yo soy el amor. O tu representación visual de eso - Expresó el conejo - Pero ¡Yo odio los conejos blancos! No tiene sentido eso - Alicia respondió - Siempre que ames habrá algo que odies y será algo que no puedas cambiar. Algo que te despierte odio realmente, muchas cosas que odies de esa persona se podrán cambiar, pero es solo a voluntad de la misma y dando permiso a tus cambios también, muchos le dicen crecer, otros madurar. - Dijo el conejo - Pero yo no amo a nadie ¿Por qué tengo que tener una representación de eso? - Alicia, el amor es cómo la música: Podrás ponerlo en pausa, podrás cambiar de canción, podes reventarte los tímpanos con él o ponerlo en silencio, pero va a seguir ahí de todas formas. - Dijo el conejo retirándose de los brazos de Alicia